Un partido que “ni lucha, ni gobierna” (EUiA-ICV).
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Un partido que “ni lucha, ni gobierna” (EUiA-ICV).
Lluís Rabell miembro del Consell Nacional de EUiA y de la Coordinadora Confederal de Espacio Alternativo: Un partido que “ni lucha, ni gobierna” (EUiA-ICV).-Durante la campaña electoral, al tiempo que reclamaba algún ministerio en un futuro gobierno del PSOE, Gaspar Llamazares propugnaba el gobierno tripartito catalán que preside Montilla como el ejemplo de colaboración entre las izquierdas, como el “modelo” a extender al conjunto del Estado. Incluso desde sectores opuestos a Llamazares y desde el propio PCE, la actitud hacia el “govern d’entesa” ha sido y es, por lo menos, ambigua. Sin embargo, en Catalunya tenemos la más clara demostración práctica de que la asociación gubernamental de la izquierda transformadora con el social-liberalismo dominante es letal para la primera. El 9-M así lo ha certificado, con un potente voto obrero y popular hacia el PSC y con el hundimiento de ICV-EUiA y ERC, que han visto a su electorado decantarse por la abstención o transferir sus sufragios a la candidatura socialista.
No ha habido ni entusiasmo por las políticas del PSOE, ni exclusivamente “temor al PP”. En los debates del último Consell Nacional de EUiA algún compañero señalaba con perplejidad que el PSC hubiese obtenido sus mejores resultados en los barrios más castigados por la desastrosa gestión de las infraestructuras ferroviarias, o que un buen número de conductores de TMB, en conflicto con el gobierno municipal, acudiesen a votar por Carme Chacón. En ese gesto no sólo está el reflejo de los consabidos factores objetivos, sino también un juicio implacable hacia la izquierda transformadora por parte de la que debería ser su base social natural: esta izquierda, nos indica semejante comportamiento electoral, es percibida como una fuerza secundaria que ni modula la política de los socialistas, ni influye sobre ella para mejorarla… ni tampoco esboza alternativa alguna ante los acuciantes problemas de la vida cotidiana de la ciudadanía. Los movimientos contestatarios y la juventud, por su parte, tienen sobre todo noticias de esa izquierda a través de las intervenciones represivas de los Mossos d’esquadra, que dirige Joan Saura. Así pues, si se trata de cerrar el paso a la derecha en las urnas, es normal – mal que nos pese – que la población trabajadora prefiera votar al partido social-liberal, incluso si anda a la greña con los gobiernos que dirige, antes que a sus impotentes acólitos.
Quizás nada escenifique tanto el desencuentro del gobierno tripartito con los movimientos como el reciente Foro social catalán. La resolución final de la asamblea de movimientos, en su listado de campañas, establecía una letanía de conflictos… con las orientaciones y la práctica de este gobierno: en lo tocante a la defensa del territorio (contestando proyectos agresivos como la interconexión eléctrica con Francia o el Cuarto cinturón); en la defensa de las empresas en lucha (cuyas plantillas se han visto desamparadas o chantajeadas por propia Conselleria de Treball); en cuanto a las reivindicaciones planteadas en empresas gestionadas por la izquierda (como la reivindicación de los dos días en TMB); en el terreno de la defensa de los servicios públicos (frente a las políticas privatizadoras de la “entesa” en sanidad, enseñanza o transportes)… por no hablar de las libertades. ¿Hay que recordar que los Mossos apalearon a los estudiantes de la UAB que protestaban pacíficamente contra el Plan de Bolonia… dos días antes de las elecciones?
ERC e ICV-EUiA han “tragado” con todas esas políticas, se han hecho cómplices de las mismas. Y el electorado se lo ha hecho pagar. Por lo que a nosotros respecta, es EUiA quien se ha llevado la peor parte. Los dirigentes de ICV han tratado de hacer trampa atribuyendo el descalabro a la crisis interna de IU, pretendiendo que “el proyecto ecosocialista gozaba de buena salud”. Se trata de una gran mentira, que contiene no obstante un parte de verdad. La caída de la coalición ICV-EUiA en Catalunya es de muy parecidas proporciones a la que ha sufrido IU en el conjunto del Estado. Y, por supuesto, es abusivo atribuir a la incapacidad de EUiA para conectar con su electorado el hundimiento espectacular registrado en el primer cinturón de Barcelona, el de la clase obrera tradicional: en el caso de Badalona, l’Hospitalet, o Santa Coloma estamos hablando de alrededor de un 50 % de sufragios perdidos. La parte de verdad, sin embargo, es que ahí está el público más genuino de EUiA. (Hace mucho que ICV ha renunciado a disputar esa franja de la población al PSC, orientándose hacia otros segmentos: capas superiores de los sindicatos, profesiones liberales, intelectualidad progresista, etc. Esas franjas han permanecido relativamente más fieles a la coalición que los sectores más plebeyos, castigados en sus condiciones de vida y demandantes de un discurso social creíble). En otras palabras: a cambio de una presencia residual en el organigrama del tripartito, EUiA se ha encontrado en la “primera trinchera”, dando la cara por políticas que no eran las suyas… e impregnándose hasta la médula de un espíritu pragmático y posibilista que era ante todo “patrimonio” de ICV.
“Un partido de lucha y de gobierno”. Esa fue la divisa tradicional del comunismo catalán, que anduvo siempre con los ojos puestos en el gran hermano italiano. Ahora hemos llegado a un “partido” que ni gobierna, ni lucha… ni sabe a dónde ir. Porque lo peor de todo es que la dirección de EUiA saca como conclusión… que hay que seguir aferrándose al gobierno y a la coalición.
No ha habido ni entusiasmo por las políticas del PSOE, ni exclusivamente “temor al PP”. En los debates del último Consell Nacional de EUiA algún compañero señalaba con perplejidad que el PSC hubiese obtenido sus mejores resultados en los barrios más castigados por la desastrosa gestión de las infraestructuras ferroviarias, o que un buen número de conductores de TMB, en conflicto con el gobierno municipal, acudiesen a votar por Carme Chacón. En ese gesto no sólo está el reflejo de los consabidos factores objetivos, sino también un juicio implacable hacia la izquierda transformadora por parte de la que debería ser su base social natural: esta izquierda, nos indica semejante comportamiento electoral, es percibida como una fuerza secundaria que ni modula la política de los socialistas, ni influye sobre ella para mejorarla… ni tampoco esboza alternativa alguna ante los acuciantes problemas de la vida cotidiana de la ciudadanía. Los movimientos contestatarios y la juventud, por su parte, tienen sobre todo noticias de esa izquierda a través de las intervenciones represivas de los Mossos d’esquadra, que dirige Joan Saura. Así pues, si se trata de cerrar el paso a la derecha en las urnas, es normal – mal que nos pese – que la población trabajadora prefiera votar al partido social-liberal, incluso si anda a la greña con los gobiernos que dirige, antes que a sus impotentes acólitos.
Quizás nada escenifique tanto el desencuentro del gobierno tripartito con los movimientos como el reciente Foro social catalán. La resolución final de la asamblea de movimientos, en su listado de campañas, establecía una letanía de conflictos… con las orientaciones y la práctica de este gobierno: en lo tocante a la defensa del territorio (contestando proyectos agresivos como la interconexión eléctrica con Francia o el Cuarto cinturón); en la defensa de las empresas en lucha (cuyas plantillas se han visto desamparadas o chantajeadas por propia Conselleria de Treball); en cuanto a las reivindicaciones planteadas en empresas gestionadas por la izquierda (como la reivindicación de los dos días en TMB); en el terreno de la defensa de los servicios públicos (frente a las políticas privatizadoras de la “entesa” en sanidad, enseñanza o transportes)… por no hablar de las libertades. ¿Hay que recordar que los Mossos apalearon a los estudiantes de la UAB que protestaban pacíficamente contra el Plan de Bolonia… dos días antes de las elecciones?
ERC e ICV-EUiA han “tragado” con todas esas políticas, se han hecho cómplices de las mismas. Y el electorado se lo ha hecho pagar. Por lo que a nosotros respecta, es EUiA quien se ha llevado la peor parte. Los dirigentes de ICV han tratado de hacer trampa atribuyendo el descalabro a la crisis interna de IU, pretendiendo que “el proyecto ecosocialista gozaba de buena salud”. Se trata de una gran mentira, que contiene no obstante un parte de verdad. La caída de la coalición ICV-EUiA en Catalunya es de muy parecidas proporciones a la que ha sufrido IU en el conjunto del Estado. Y, por supuesto, es abusivo atribuir a la incapacidad de EUiA para conectar con su electorado el hundimiento espectacular registrado en el primer cinturón de Barcelona, el de la clase obrera tradicional: en el caso de Badalona, l’Hospitalet, o Santa Coloma estamos hablando de alrededor de un 50 % de sufragios perdidos. La parte de verdad, sin embargo, es que ahí está el público más genuino de EUiA. (Hace mucho que ICV ha renunciado a disputar esa franja de la población al PSC, orientándose hacia otros segmentos: capas superiores de los sindicatos, profesiones liberales, intelectualidad progresista, etc. Esas franjas han permanecido relativamente más fieles a la coalición que los sectores más plebeyos, castigados en sus condiciones de vida y demandantes de un discurso social creíble). En otras palabras: a cambio de una presencia residual en el organigrama del tripartito, EUiA se ha encontrado en la “primera trinchera”, dando la cara por políticas que no eran las suyas… e impregnándose hasta la médula de un espíritu pragmático y posibilista que era ante todo “patrimonio” de ICV.
“Un partido de lucha y de gobierno”. Esa fue la divisa tradicional del comunismo catalán, que anduvo siempre con los ojos puestos en el gran hermano italiano. Ahora hemos llegado a un “partido” que ni gobierna, ni lucha… ni sabe a dónde ir. Porque lo peor de todo es que la dirección de EUiA saca como conclusión… que hay que seguir aferrándose al gobierno y a la coalición.
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